Durante miles de años, los hombres han estado al frente de la esfera pública mientras que la vida de las mujeres transcurría en la esfera privada. Hace tan solo unas pocas décadas cuando las mujeres hemos irrumpido masivamente en la esfera pública requiriéndonos una adaptación a las reglas del juego que, en muchas ocasiones, nos juegan en contra. Sesgos inconscientes, estereotipos, síndrome de la impostora o de la carga mental, techo de cristal o eslabón roto son algunas de las barreras que suelen obstaculizar el desarrollo profesional de la mujer. Conocer en profundidad esas reglas del juego y descubrir herramientas para gestionarlas son elementos imprescindibles para desplegar nuestro talento. Pero hay más. Existe la posibilidad de crear una “tercera esfera” donde unas y otros compartamos en equidad una misma realidad. Una realidad más sostenible, equitativa, humanizada. Y este es un cambio de paradigma que las mujeres estamos preparadas para liderar, en colaboración con tantos hombres que comparten esta misma visión. ¿Vamos?