La única persona a quien podíamos consultar con franqueza [Francisco de Miranda], nos sería fácil adquirir los conocimientos preliminares que necesitábamos, y que aquel compatriota nuestro, por sus largos viajes y experiencia, por sus antiguas conexiones con este gabinete, y por su notorio interés en favor de América, se hallaba en estado de damos con más extensión y fidelidad que ninguna persona. Ni sus enemigos se han atrevido a negarle una superioridad extraordinaria de luces, experiencia y talentos. ¡Con qué oficiosidad le hemos visto dispuesto a servirnos con sus luces, con sus libros, con sus facultades, con sus conexiones!