Los gobernantes de la América, principalmente los que ocupan sus altos puestos, han venido todos, o los más de la metrópoli, pero con ideas de volverse a ella y a establecer su fortuna y a seguir la carrera de sus empleos. Los males de la América no son para ellos, que no los sienten; disfrutan sólo sus ventajas y sus comodidades […] no sabe las extorsiones que sufre el indio, condenado a una eterna esclavitud y a un ignominioso tributo que le impuso la injusticia y la sinrazón […]. Él, en fin, ignora los bienes y los males del pueblo que rige, y en donde sólo se apresura a atesorar riquezas para trasplantarlas al suelo que lo vio nacer.