Ayer supe que vivía Ud. [Esteban Palacios], y que vivía en nuestra querida patria. ¡Cuántos recuerdos se han aglomerado en un instante sobre mi mente! Mi madre, mi buena madre, tan parecida a Ud., resucita de la tumba, se ofreció a mi imagen; mi más tierna niñez, la confirmación, y mi padrino se reunieron en un punto para decirme que Ud. era mi segundo padre. Todos mis tíos, todos mis hermanos, mi abuelo, mis juegos infantiles, los regalos que Ud. me daba cuando era inocente, todo vino en tropel a excitar mis primeras emociones.

1825
Cuzco, Perú